Museo Municipal
Museo Municipal
Plaza Baja de La Despedía s/n
Teléfonos: 951 062 133 - 952 496 100
museo@alora.es

Horario:
Lunes: De 9:00 a 14:00
De martes a viernes: De 9:00 a 18:00
Sábados, Domingos y Festivos: De 10:00 a 13:00 y de 15:00 a 18:00

Los horarios pueden sufrir cambios según temporada, por ello se ruega confirmar previamente la visita a museo y monumentos al correo electrónico museo@alora.es o por teléfono al 951 062 133 - 952 496 100

Precio visita museo: 2€
Precio visita guiada a monumentos: 3€
Pago en efectivo (No se aceptan tarjetas)

Establecimiento adaptado para accesibilidad física pero no en aseos.


La memoria de Álora se guarda en el Museo Municipal Rafael Lería, magnífico lugar para conocer la historia y el patrimonio artístico de Álora. Está situado en la Escuela de Cristo, edificio anexo a la Parroquia de la Encarnación, en la Plaza Baja de la Despedía. Posiblemente fue la capilla del desaparecido Hospital de San Sebastián.

Escuela de Cristo
Álora ha sido durante siglos una de las principales villas de la Comarca del Guadalhorce, donde han dejado sus huellas algunas de las culturas más importantes del Mediterráneo. Su arraigada historia ofrece un vasto Patrimonio Artístico conformado por un espléndido Castillo Árabe, monumentales iglesias y calles sinuosas cargadas de tradición.

El Museo Municipal de Álora se aloja en la Escuela de Cristo, construcción Mudéjar del siglo XVI, que posiblemente fuera la capilla del desaparecido Hospital de San Sebastián, construido por los Reyes Católicos. Este recinto fue la sede de la orden Sacerdotal de la Escuela de Cristo, denominación que en la actualidad recibe.

La sala en la que nos encontramos es una construcción de planta cuadrangular, con ocho pilares perimetrales y cuatro robustos pilares en el centro, que sustentan nueve bóvedas vaídas. Toda la fábrica del recinto es de ladrillo y presenta refuerzos de gran robustez, lo que determina la existencia en la planta superior de la Cilla Decimal, para almacenaje del grano.

Prehistoria
Álora y todo el Valle del Guadalhorce reunieron el buen clima, la fauna, la tierra fértil y la facilidad de comunicaciones. Todo esto hizo que se produjeran unas excelentes condiciones en la vida del hombre prehistórico.

Los primeros pobladores eran cazadores recolectores, destacando la primordial función que desempeñaría el río Guadalhorce, como medio de provisión de materia prima en la fabricación de útiles para ayudarse en sus tareas. Realizaban varios tipos de herramientas, golpeando el sílex hasta obtener un borde cortante; los cuchillos eran utilizados para cortar carne y retirar la piel de los animales ya que eran hábiles cazadores, y los raspadores para curtir las pieles y fabricarse la ropa.

Sus descendientes se convirtieron en productores, practicando la agricultura y la domesticación de animales, en asentamientos poco perdurables. Incorporan útiles pulimentados, molinos de mano para machacar el cereal, al mismo tiempo que fabrican cerámica a mano para uso doméstico.

Un importante descubrimiento supuso la producción de los metales. Empezaron trabajando el cobre y luego el bronce. Hay restos prehistóricos en diferentes yacimientos, entre los que destacan las Terrazas de Canca, Cerro de las Torres, Peñón del Negro, Hoyo del Conde y la Cueva de los Infantes. Los tipos de materiales encontrados son utensilios de uso doméstico y herramientas de caza.

Protohistoria
Los fenicios fundaron una gran cantidad de colonias a lo largo de las costas del Mar Mediterráneo. Una de las factorías que implantaron los colonos fenicios se asentó en la desembocadura del río Guadalhorce, siendo el objetivo principal la explotación de los minerales, aunque poco tiempo después empezaron a llevar a cabo el aprovechamiento de los recursos agrícolas.

Estos hechos hicieron que fueran muy buenas las condiciones de intercambio comercial entre los fenicios y los pobladores autóctonos del Valle del Guadalhorce. Los testimonios de estas actividades comerciales aparecen en Álora en el Cerro de las Torres y en el Peñón de la Almona, en forma de cerámica realizada a torno y con diferentes tipologías según su utilidad, tales como ánforas, cuencos, ollas, vasos. Cuando se produjo la caída de la cultura fenicia, en la provincia de Málaga, se reparten el territorio, quedando estos en la costa. Mientras, en el interior, el pueblo íbero se instalaba en las zonas más elevadas del territorio.

En Álora, los íberos situaron su poblado en el Cerro de las Torres, lugar donde encontraron unas excelentes condiciones defensivas para controlar la vía de penetración del río Guadalhorce. Muy relacionado con dicho poblado, está un alfar localizado en las faldas del Cerro de las Torres, que funcionó entre los siglos III y I a.C., respondiendo a la demanda de la zona, fabricando cerámica decorada a base de círculos concéntricos de color rojo vinoso.

Época Romana
¿Dónde está Iluro, la Álora romana? Existen varias hipótesis sobre la localización de la ciudad de Iluro en el término municipal. Algunos investigadores, no dudan en situar la ciudad de Iluro en el Cerro de las Torres, al encontrarse en él una cisterna y restos de sillares romanos utilizados para la construcción del castillo. Mientras que otros, la sitúan en el yacimiento romano de Canca, por la aparición de unas monumentales termas y por ser éste un lugar amplio con agua abundante.

Lo cierto es que según inscripciones epigráficas, Iluro, tuvo estatuto municipal 'Municipium Iluritanum' y estuvo gobernado por dos Duunviros. La ciudad formó parte de una de las rutas comerciales de la provincia, apareciendo numerosos vestigios de monedas por todo el municipio, como consecuencia de la actividad comercial.

La ciudad se encontraba rodeada de numerosas villas rústicas, centros de explotación agrícola, en las que se producía la tan apreciada trilogía mediterránea: olivo, vid y trigo. Ejemplos de esta tipología de villa son Fuente Chamizo, Arroyo Cureña, El Tesorillo y Olivar de la Tumba, conteniendo esta última, una infraestructura excavada en la roca que se utilizaba para extraer aceite. Muy importante fue también la producción de cerámica en alfares ubicados en los lugares cercanos a las vías de comunicación. Algunos de los restos encontrados son Terra Sigilata y Terra Hispánica, vajilla romana con el sello del alfarero que la elaboró, ánforas y jarras para aceite y vino.

Época Musulmana
Las noticias más evidentes sobre las tropas musulmanas que llegaron por primera vez a Álora aparecen en algunas de las campañas militares que los Califas cordobeses llevaban a cabo contra Omar Ibh Hafsum, a finales del S.IX y principios del S.X.

Asentadas las bases militares en el Cerro de las Torres, ocupaba una magnífica posición de observatorio natural sobre toda la comarca, adquiriendo un importante valor estratégico en el proceso de arabización, manifestado en el cambio del nombre romano Iluro a Al-Lura.

El castillo, legado más importante dejado por los árabes en Álora, se divide en dos recintos amurallados; el superior, base de la primitiva fortaleza, es de planta cuadrada con seis torreones. El inferior, de forma irregular, se adapta al relieve a base de lienzos de muralla de mampostería. Entre los dos recintos existe una torre cuadrada que debió ser la torre de la Vela del castillo, a cuyos pies se encontraba la mezquita mayor.

La fortaleza sería el órgano central del que dependerían los distintos yacimientos encontrados en el término municipal tales como El Sabinar, El Castillejo, Paredones y Los Cerrajones. De este modo, han sido numerosas las monedas encontradas en sus alrededores debido a la gran actividad comercial de Al-Andalus. Es también importante destacar, la utilización de acequias y aljibes para el regadío y la recogida de agua en las huertas de cítricos, mientras que el cultivo de secano era a base de grandes extensiones de tierras, sembrada de trigo y olivos.

Desde la Reconquista a la Época Contemporánea
Debido a que el Castillo no podía ser conquistado, fueron varios los intentos de conquista cristiana, siendo el más conocido el llevado a cabo en 1434 por el Adelantado de Andalucía, D. Diego de Ribera, muerto a los pies de la muralla. Las tropas de los Reyes Católicos, situaron el campamento en el lugar que hoy ocupa el Convento de Flores, quedando la fortaleza en manos de cristianos en el mes de junio de 1484. Tras la conquista, la Reina Isabel mandó construir la Iglesia de Santa María de la Encarnación sobre la Mezquita Árabe.

Se construyó en la Plaza Baja de la Despedía los edificios que configuran la nueva población de los siglos XVI, XVII y XVIII; Carnicería, Cárcel, Casa del Cabildo, Hospital y nueva iglesia parroquial. En esta misma Plaza, durante el reinado de Felipe II, Cervantes estuvo como recaudador del Rey durante siete años. En 1624, Felipe IV visita Álora y firma el Acta de segregación de Málaga. Según el Catastro del Marqués de la Ensenada, año 1751, Álora contaba con 500 vecinos.

La llegada del siglo XIX está marcada por el patriotismo de la Guerra de la Independencia, quedando impactos de bala en la Torre de la Iglesia, al ser derribada la placa conmemorativa de la Constitución de las Cortes de Cádiz. Un cambio importante para el municipio fue la construcción de las Casas-Hotelitos en la estación residencia de verano de las familias Loring, Heredia y Larios de Málaga. Esto supuso que en 1863 se terminase el tramo de vía que une Málaga con Álora.


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